El Camino de Santiago posee costumbres o ritos en muchos pueblos y ciudades. Algunos de esos ritos no tienen efectos negativos como el de viajar con una concha de vieira con la cruz de Santiago o la de abrazar al Apóstol en la Catedral. En cambio, también hay ritos que perjudican la sostenibilidad del Camino y su preservación. Dos ejemplos claros:
La Cruz de Ferro
Una de estos ritos nace con la simpleza de cargar con una piedra de tu pueblo de procedencia y depositarla en la Cruz de Ferro (situada entre León y Ponferrada). Algo inofensivo de primeras pero que ha ido evolucionando hasta llegar a ser lo que es hoy en día, donde además de piedras se pegan todo tipo de objetos a la cruz: banderas, bolsas, pañoletas… Muchas de estas costumbres se llevan a cabo debido a leyendas de veracidad cuestionable.
Para intentar cambiar este rito, es importante dar a conocer las dos versiones de la leyenda que, hasta ahora, tienen mayor validez en torno a la cruz. La primera cuenta que esta cruz se utilizaba siglos atrás para delimitar el territorio en la organización territorial romana. La segunda, habla de que esta servía para guiar a la gente sobre todo en épocas de nieve, comunes en la zona dada su altitud.
Dos leyendas que, sin duda, no guardan demasiada relación con la actualidad más que guiar a los peregrinos del Camino Francés. Una forma de cambiar el rito y aplicarlo a las leyendas sería en vez de dejar objetos, pasarlos por el crucero y llevarlas con nosotros para que estos nos ayuden a guiarnos en el Camino al igual que hacía el crucero con las personas años atrás.
La quema de la ropa en Fisterra
Uno de los ritos más conocidos se sitúa en Cabo Fisterra. Aunque el Camino de Santiago tiene su final en la capital gallega, son muchos los peregrinos que continúan la ruta hasta llegar a Fisterra.
Esta costumbre nace del significado del nombre Fisterra, del latín Finis Terrae, lugar conocido por los romanos como el fin del mundo y ha ido evolucionando hasta llegar al punto en el que algunos peregrinos queman su ropa y botas en el cabo coruñés como símbolo de un nuevo comienzo en la vida, marcado por haber realizado el Camino de Santiago.
Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/
Por desgracia, esto solo sirve para acumular residuos que después tendrán que ser retirados o simplemente quedarán tirados ensuciando el impresionante paisaje de Fisterra. Por suerte, hay peregrinos que tiran sus botas al contenedor o que las guardan de recuerdo en sus casas, ayudando así a mantener la limpieza del Camino.
Entre los que guardan las botas de recuerdo, hay ideas muy originales que puedes llevar a cabo para mantener el recuerdo de la inolvidable experiencia que supone el Camino y para evitar perjudicar el paisaje. Una de las ideas más comunes y que más llaman la atención es la de utilizar las botas como maceteros. Además, es una forma de que otros te pregunten ¿por qué está eso ahí? y contarle tu historia.
El Camino de Santiago es un viaje que marca a los peregrinos, que hace que estos vean su vida de otra manera ya se haya hecho por espiritualidad, religiosidad, superación propia o cualquier motivo que los mueva a llevar a cabo esta aventura. Es un viaje que te permitirá conocer leyendas, costumbres, gastronomías, personas… Y durante este viaje, debes pensar que al igual que tú, habrá otras muchas personas que quieran realizarlo.
Por eso, debes respetar el Camino. El Camino dejará su marca en ti pero tu no debes dejar tu marca en el Camino.
Deja tu huella sin dejar tu marca.